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viernes, 2 de enero de 2015

REFLEXIONES SOBRE LA TELEVISIÓN


Por: Ana María Rodrigues

Desde que tengo razón de ser, por mi vida ha pasado varias revoluciones; la primera que recuerdo, es cuando mi padre trajo por primera vez un televisor a casa (un pequeño aparato cuadrado, a blanco y negro, donde trasmitía programas, los cuales, no me importaba ver, debido a que prefería jugar). 

Con el tiempo, comenzaron una serie de comiquitas japonesas (manga) como: “Candy, Candy”, “Maggy, la brujita”, “Marcos, de los Apeninos a los Andes”, “Remy”, entre otros; que empezaron a llamarme la atención y buscar las horas de la trasmisión de dichos programas. Ahí, fue como comenzó a despertar las fantasías, donde era la creadora de mis vestidos y naves espaciales, los cuales, nunca llegaría usar; vería a Renny Ottolina en su campaña electoral, para luego en un fatal día escuchar la noticia de su trágico accidente, que le costo la vida, el fallecimiento del Papa Juan Pablo VI, por causa de envenenamiento provocado por unos de sus colegas, envidiosos de sus logros; me di cuenta de la existencia de las tragedias, envidia, venganzas, secuestros y asesinatos. Sin embargo, seguí en mi mundo de fantasía, donde la ingenuidad y la inocencia prevalecían hasta entrar en la madurez. 

Después, comenzaron los programas de desnudes, lo cual para la época era indecorosos, donde muchas veces los padres y abuelas reclamaban por el escándalo público, en el cual, nadie les importaba más que disfrutar de un buen sábado sensacional. Con el transcurrir del tiempo, paso a crecer los cambios en el comportamiento y en la cultura de muchos hogares, donde se vestían, actuaban, caminaban como indicaba el mágico presentador del algún programa de televisión o la telenovela de moda, porque nadie entendía como en una pequeña cajita en blanco y negro podía existir un maravillosos mundo de princesas y hadas, con solo encender un botón. 

Luego, llego el color, un acontecimiento importante en la revolución comunicacional, donde todo un mundo comenzó a proyectarse a color, vino los peinados de laca, los vestidos despampanantes de lentejuelas, los maquillajes full color, donde perdimos nuestra identidad y empezamos a ser títeres manipulados por la pequeña caja mágica. El hogar pasó a ser un lugar anticuado, la familia dejo de existir, porque un día, tal programa dijo: que había de cambiar la identidad, por nuevo modelos de conducta y pertenecer a la nueva sociedad. 

Muchas familias cambiaron sus cálidos hogares por lujosas cajas o jaulas de oro, dejaron de compartir con los vecinos, porque ya no eran de confiar, dejaron de conversar porque ya no eran importantes, no pertenecían a su nuevo círculo social; ya no existía tolerancia, porque aquel que tratara de invadir su espacio era considerado un “delincuente” que trataría de robarles sus sueños de gloria; llego la violencia, donde se resuelve con armas los desacuerdos, empezaron en encerrarse en cajas, cercas y alarmas para que no ser perturbados en su mágico mundo. 

Se acabo la libertad, porque la sociedad debería ser controlada por un sistema oculto en una pequeña caja mágica llamada: "televisión".



Televisor a blanco y negro
Fotografía del autor