Solíamos salir de la escuela corriendo, porque queríamos ver a los difuntos en "La Sorpresa". La Sorpresa era un barrio, donde había: una escuela, una bodega, el Sr. Evangélico, los arrieros, los difuntos y muchas aventuras más.
Siendo una niña me escaba de la escuela para ver a los difuntos que estaba siendo velados en sus casas.
La muerte era desconocida por mi y mis hermanos, lo cierto era, que velaban a los difuntos en casa de sus familias; la gente tomaba café, mientras rezaban, mientras tanto miraba el pequeño cadáver porque nunca había visto a la muerte y como niña perpleja me quedaba mirando el pequeño cadáver.
La niña difunta tenia los ojos abiertos, con la ayuda de unos palitos, la nariz tapada con bolitas de algodón, dentro de una ataúd de madera con una cobija blanca. le colocaban flores y algunas personas la lloraban.
En algunas ocasiones, subíamos el cerro para ver al difunto y cansada y con la respiración agitada y otras veces asustada, según la ocasión y el contexto que se desarrollaba en entorno al difunto, pero emocionada por la novedad.
Así, transcurrió, el día que fallecía algún difunto en "La sorpresa".
Así, transcurrió, el día que fallecía algún difunto en "La sorpresa".
Por: Ana María Rodrigues